La Monja de Patas de Cabra
En Garganta la Olla donde la leyenda convive con la realidad desde tiempos inmemoriales, muchas son las personas que afirman haber tenido encuentros con seres mitológicos o monstruos de la noche.
Allá por 1948 en Garganta la Olla ocurrió algo que convulsionó a todo el pueblo. Eran tiempos difíciles, de hambre y trabajo duro. Cuando un ganadero y agricultor llamado José Pancho Campo de unos sesenta años. Salió con su rebaño de cabras a media tarde sierra arriba.
Era una fría tarde y amenazaba con tormenta. Como ya sabemos, las nubes pueden descargar en cualquier momento. José confió en que el cielo le diera una tregua para regresar a Garganta la Olla, pero no tuvo suerte y de repente comenzó a llover con mucha fuerza. El pastor decidió refugiarse en un chozo de piedra a pocos kilómetros de Garganta la Olla. Hizo una hoguera para calentarse y dejó que la noche y la tempestad pasarán.
Pero el destino quiso que la vida de Pacho cambiara en ese chozo de piedra. Entrada la medianoche y en medio del silencio surgió una voz de mujer que se quejaba del frío. Jose Pancho la invitó a entrar para calentarse. De repente entró una figura con un manto negro de pies a cabeza que impedía ver su rostro. Parecía una mujer vestida de monja.
Aquella mujer que no articulaba ni una sola palabra solo se limitaba a respirar fuerte se sentó cerca de la lumbre. Un denso olor azufre se apoderó de la habitación y el miedo empezó a calar hondo dentro de Pancho. Pero fue al atizar la lumbre cuando a Pacho se le helo la sangre. Comprobó que aquella figura debajo de la túnica negra lucia patas de cabra.
Con el susto Pancho da un paso hacia atrás. Y aunque era un hombre poco religioso, anonadado y casi sin respiración, a José se le escapó una plegaria al mismo tiempo que se santiguaba varias veces. Esto hizo que esa extraña figura se diera media vuelta y se marchara del chozo sin decir ni una palabra.
La gente que conocía a José Pancho le describen como un hombre de probada valentía, que no se le ponía nada por delante. Solía salir de noche con su rebaño de cabras. Pero desde ese día, no volvió a ser el mismo. Se volvió temeroso y muy religioso. Su sobrino nos confirmaba que nunca volvió a quedarse solo en el campo. Aquella visión que describió como infernal le marcó para siempre. Murió en 1962.
Años más tarde el destino quiso que su sobrino Ciriaco tuviera un encuentro con aquel ser imposible. Rondaba la medianoche y Ciriaco se hecho al camino de repente se levantó una brisa y a escasos metros se dibujó la figura de una mujer que caminaba por el monte enlutada de pies a cabeza. Ciriaco no tenía más remedio que continuar su camino e ir a destapar el pozo, dice que empezó a cantar para simular el miedo y parece que desapareció y no la volvió a ver.
Los vecinos de Garganta la Olla afirman que aquello tenía que ser como el demonio porque una cosa así, una mujer con patas de cabra algún misterio tenía que tener.
Otros hombres de la zona también cómo Francisco Gómez afirma haber visto a esta extraña mujer. Exactamente en el mismo lugar por los pasajes de La Aliseda, Las Herrerías y Los Paones.
En 1938, Teodosio Gómez López, alias El Rojillo se topó con la misma extraña figura enlutada mientras de noche recogía una carga de castañas.
La monja de patas de cabra una leyenda que tiene testigos con nombre y apellidos.